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Más allá del cómico romance entre los protagonistas, lo que realmente impacta en esta película es el peculiar estilo de vida que lleva la tribu Kalahari, quienes se encuentran inmersos en su mundo perfecto, lejano de cualquier civilización por pequeña que sea, donde la felicidad se consigue simplemente con el sustento diario o realizar las tareas tradicionales.
Al no tener ninguna fuente de distracción, pueden impactarse con objetos sencillos, (que para el ser humano de la civilización son simplemente deshechos) y encontrarles múltiples usos, al punto de hacerlo parte esencial en todas las tareas que realizaban, olvidándose de todos aquellos valores y principios que tenían antes, dejándose llevar por el egoísmo y la codicia. Es así como nos demuestran que el ser humano puede estar inmerso en cualquier cultura, desde una local donde el espacio, por llamarlo de alguna manera, es reducido, donde cada uno construye su propia identidad, donde el ser humano puede vivir con lo básico, al no tener necesidades no se crean formas de suplirlas; hasta una cultura global o civilización donde, por el contrario, cada día van surgiendo nuevas necesidades al punto de adaptar el ambiente a las mismas. Xi, uno de los miembros de la tribu decide devolver la botella, esta es la situación donde se detona el encuentro con dos culturas completamente diferentes a la suya, al encontrase con el hombre y la mujer blancos, que por su naturaleza le parecen feos, e incluso llega a pensar que son dioses, no entiende absolutamente nada de sus costumbres y mucho menos de los objetos que poseen, es en este preciso momento donde se presenta el choque, cultural, idiomático e incluso de costumbres. La comunicación con Xi, se hace bastante complicada, esto, sumado a su cultura le causa algunos problemas, entre ellos ir a prisión por robar un animal, de la cual logra ser absuelto gracias a Steyn y su amigo el mecánico que es el único que entiende el dialecto de Xi.
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El aspecto que se hace más complicado durante el choque de culturas es la comunicación, no solo por la diferencia idiomática, sino dialéctica, donde las palabras, los hechos, e incluso la misma quinésica, tienen distintos significados, contextos y modos de percepción. Aunque este nativo logra convivir con ellos durante un largo periodo y se entera y adopta sus costumbres parcialmente, hasta el punto de ayudarlos en una misión complicada, nunca logra desprenderse de sus verdaderas raíces, ni entender muchas circunstancias y costumbres de las otras culturas (ya que todo lo que hacía, era por instinto) se le hace sencillo volver a su Tribú dejando atrás todas aquellas cosas que le fueron proporcionadas, incluso el ‘objeto misterioso’.
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